Castores: un grave problema ecológico en Tierra del Fuego
Argentina.- Para ponerle límites a una invasión biológica descontrolada, el gobierno de la provincia de Tierra del Fuego ya empezó a pagar por las primeras 120 colas de castores que se capturaron con trampas especiales. Así, con este primer paso de su plan de manejo, el gobierno piensa detener a esos roedores que fueron traídos desde Canadá por la Armada Argentina y se han convertido en una plaga.
Los castores son unos roedores de color marrón oscuro que llegan a vivir hasta 14 años. En 1947, se trajeron unos 50 ejemplares para impulsar la industria peletera en la zona, pero como los animales no encontraron a sus predadores naturales del Canadá —los lobos y los osos— pudieron reproducirse y dispersarse sin límites por la isla de Tierra del Fuego, incluso pasaron la frontera con Chile. Ahora, se estima que la población total es de aproximadamente 55.000 ejemplares.
Los castores se alimentan de hojas de lengas y de ñires. Pero se han convertido en enemigos de la conservación del ambiente autóctono de la región. "El bosque fueguino es muy frágil y por eso cualquier perturbación puede afectarlo gravemente —explicó a Clarín Marta Lizarralde, doctora en ciencias biológicas del Laboratorio de Ecogenética, del Centro Austral de Investigaciones Científicas del Conicet (CADIC) en Ushuaia—. Por lo tanto, los castores han alterado el paisaje con su impresionante colonización".
¿Y qué hacen? Por un lado, roen con sus dientes incisivos y destruyen árboles como la lenga y el ñire. Después llevan la madera a los ríos y construyen diques casi perfectos, que le servirían como una estrategia defensiva al estar delante de sus madrigueras de piedras y troncos, según Lizarralde.
Esos "diques" de madera hacen que muchas zonas —especialmente las rurales— hoy se encuentren inundadas, con los árboles cercanos podridos. Así, el bello paisaje de verdes oscuros y vivaces pasó a estar conformado por lagunas pequeñas con árboles grises a punto de morirse.
Ahora, el gobierno fueguino ha dado marcha a un plan de control poblacional de los castores, con el asesoramiento del equipo de la doctora Lizarralde. Consistirá en pagarles 5 pesos a los 80 cazadores autorizados por cada animal capturado.
Cada cazador recibió entrenamiento por parte del estado provincial y cuatro trampas especiales (llamadas de "captura muerta") que fueron importadas desde Canadá. Una vez que captura al animal, le tiene que cortar la cola para ser presentada a las autoridades de Recursos Naturales como prueba de la pieza. La piel se vende a los acopiadores en 7 pesos y la carne se comercializa en criaderos de zorros.
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